lunes, 9 de agosto de 2010

DESORDENES ALIMENTICIOS

Lucha usted con comer en exceso o está haciendo dieta constantemente?

¿Ha estado en dieta y perdido peso, pero necesita apoyo para no regresar a sus
conductas no saludables?

¿Se siente fuera de control e incapaz de parar de comer?

¿Come por frustración, ira o temor?

¿Le parece imposible comer solo cuando tiene hambre y parar cuando esté llena?

¿Come para sentirse bien?

EL PROBLEMA

Durante todas nuestras vidas muchos de nosotras hemos buscado la comida como
refugio para aliviar nuestro dolor o temor.

Nos sentimos bien al comer y nos encontramos yendo a la comida cada vez que estamos heridas, enojadas o frustradas.

La comida llega a ser lo que nos calma y alivia nuestra ansiedad. Nuestra amiga.

Algunas de nosotras tenemos una cierta comida que comemos sin parar, o somos incapaces de comer solo cantidades moderadas.

Algunas de nosotras hemos sido emocional, física o sexualmente abusadas, y usamos la comida para lidiar con las emociones de aquellos eventos.

Otras pueden haber tenido hábitos de comer saludables cuando eran niños o jóvenes, pero en algún punto de su vida escogieron comer en exceso y perdieron la habilidad de discernir cuando
están físicamente hambrientas o cuando están físicamente llenas.

Otras han buscado la comida después de obtener la sobriedad en otras áreas.

Pensamos que la comida es segura, sin comprender que esta puede llegar a ser nuestra droga.

Nos hemos enfocado en nuestra imagen corporal en vez de nuestra salud.

Muchas de nosotras hemos intentado varios programas de dietas, ejercicio, medicaciones o
muchas otras formas de controlar hábitos alimenticios.

Hemos fallado una y otra vez y hemos quedado sintiéndonos culpables, incapaces y no amados.
Se nos ha dado la idea que hay una perfecta dieta o píldora que puede salvarnos, si tan solo pudiéramos encontrarla.
Algunas personas creen que las personas delgadas no luchan con la adicción a la comida. Hemos fallado en reconocer la comida como nuestra droga.
Como resultado nos sentimos fuera de control y luchando en muchas otras áreas de nuestra vida.

Algunas de nosotras tenemos baja autoestima lo cual puede afectar nuestra motivación, y nuestra relación con Dios y otros.



LA SOLUCION

Llegamos a comprender que no podemos tener el control sobre nuestra adicción a la comida y que somos incapaces de hacerlo.

Entendemos que nuestros problemas son emocionales y espirituales.

Hemos llegado a estar listas para encarar la negación y aceptar la verdad acerca de nuestras vidas y nuestra adicción a la comida.

Estamos listas para aceptar la responsabilidad por nuestras acciones y hacer a Jesucristo el
Señor de nuestras vidas.

Estamos dedicadas a aprender a comer saludablemente.

Estamos comprometidas en el aprender la diferencia entre hambre física y emocional.

Estamos deseosas de volvernos a Dios cuando no estemos físicamente hambrientos.

Empezaremos a ver la comida como el combustible para nuestro cuerpo, no comeremos a menos que estemos físicamente hambrientos, y pararemos cuando estemos físicamente llenos.

Estamos dispuestas a empezar el proceso de recuperación y trabajar a través de los doce pasos para sanarnos y comenzar a vivir la vida que Dios ha planeado para nosotros.

Encontraremos un mentor y una compañera de responsabilidad.

Entendemos que nuestro grupo provee un lugar seguro para compartir nuestros temores, heridas y resentimientos así como nuestras victorias.

Enfrentaremos nuestros defectos de carácter y trabajaremos en estos sentimientos en nuestro grupo.

Quitaremos nuestro enfoque en la comida, y nos centraremos en Dios.

Reconocemos que la recuperación de la adicción a la comida no es acerca de nuestra imagen personal o de que comidas comemos, sino es acerca de confiar en Dios y tener una relación
íntima con El.

Creeremos y confiaremos en el amor de Dios para nosotras; nos veremos a nosotras mismas como El nos ve.

Buscaremos una relación más cercana con Dios.

Al encarar nuestros temores, complejos y heridas hemos comprendido que Jesucristo y el Espíritu Santo son lo que necesitamos para superarlos.

Hacemos un tiempo diario para la oración y lectura de la Biblia para mejorar nuestra relación con Dios y confiamos en el Espíritu Santo como la fuente de nuestro consuelo.

Seremos transformadas al renovar nuestra mente.

Mantenemos contacto con nuestras compañeras de responsabilidad y mentor, llevamos un diario y continuamos asistiendo a las reuniones de recuperación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario